Andábamos Marta y yo disfrutando del tiempo relajado, ese que en nosotros deviene por senderos recorridos, divagando sobre la naturaleza humana y otros conceptos de diversa índole (en realidad yo la miraba y solo podía pensar en si sería platónica, aristotélica u optaría por el humor de Aristófanes, o bien en invitarle a un “merlot”, que es un vino redondito que suele gustar a la primera), cuando de repente su voz, alterada por algún pensamiento inoportuno, me despertó de mis ensoñaciones…
– Por mucho que gratifique, no puedes pasarte la vida dando mucho y recibiendo muy poco, a veces te tienes que querer más a ti misma.
– Eso es cierto si nos movemos en los terrenos mundanos… buscas una especie de contraprestación anímica, es natural, como la física.
– Como la física?
– Si, acción-reacción, somos física.
Nos miramos y reímos, pensando en la física, la química, la naturaleza, el alma y los problemas de abastecimiento emocional que cargamos.
Siempre he pensado que somos esclavos de nuestras hormonas, feromonas y demás sustancias químicas producidas por esa bella maquinaria revestida de piel que somos… desde hace aproximadamente dos horas intento conjugarlas con el verbo amar, cosas de las gratas compañías supongo.
Hoy tenía una sonrisa perezosa, acaba de despertar al leer estas líneas.
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Que bonito halago querida
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