Sofía está confusa, dice que no siente que sea ella misma, que fluctúa constantemente. Yo, sin embargo, sigo viendo en ella una mujer de andar cadencioso, preciosa piel de luna y carácter definido… por mucho que ella dude.
La mañana es cálida para ser febrero y los rayos de un incipiente sol prometen un paseo agradable, sin embargo los pasos Sofía no son decididos, esas cosas se notan, y me temo preguntas.
– Sr. Tonooi… Usted cree que soy un tanto veleidosa?
– No se muy bien a que se refiere.- contesto un poco a la defensiva.
– Bueno, no se, a veces creo que cambio de opinión fácilmente y eso me afecta, igual demasiado.
– Le recomendaría no preocuparse demasiado por ello.
– Por favor… Haga un esfuerzo, es importante para mi.
– Ve ese árbol, el cielo? A cada instante se transforman, no son los mismos…
– Muy bonita metáfora. Pero me gustaría que fuese algo más concreto.
– Sabe que decía Heráclito? Que en los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos. Quiero decir que todo es un devenir y siempre hay momentos en nuestra vida en los que no estamos seguros de nada. Siga caminando, o si quiere nade por el río, e igual llega a algún sitio.
– Con usted de consejero ni me imagino adónde.
Como es natural en febrero, el tiempo cambia, el sol desaparece y empieza a hacer un poco de frío. Aceleramos el paso y mi amiga sonríe. Igual si que es un tanto veleidosa, pero mantiene un excelente estado de forma.
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